martes, 25 de mayo de 2010

TIEMPO, DINERO, SEGURIDAD

Cuando era una adolescente me preguntaban qué quería estudiar, en qué me gustaría trabajar. Yo entonces no lo tenía muy claro; había muchas cosas que no sabía si me gustaban en realidad, pero me sonaban bien. Psicóloga, periodista, juez... En realidad no sabía nada. No sabía nada de la vida real. En mi burbuja de colegio todo parecía posible, todo estaba por descubrir, todo lo que estaba fuera era enormemente atractivo.
Quizá si me hubieran planteado la pregunta de otra manera hubiera tenido más respuestas. Algo así como "Qué buscas", o "qué esperas encontrar". Probablemente hubiera contestado que quería trabajar en algo creativo, útil, enriquecedor, divertido, cambiante, algo en lo que yo pudiera aportar y aprender. Quería salir al mundo.
Ya salí. Y si hoy me preguntaran de nuevo, contestaría sin dudar: quiero un trabajo que me permita tener el máximo tiempo libre para mí, que me dé el suficiente dinero para vivir con tranquilidad, que me dé la seguridad de que no me va a faltar un sueldo todos los meses.
No me apena ni me avergüenza admitirlo. Pero casi seguro, aquella niña que yo fui sacudiría su cabeza con incredulidad, y sentiría un poquito de lástima por mí. Quizá es que sus sueños ya no son mis sueños.

jueves, 6 de mayo de 2010

AMOR Y APEGO


Estoy tan vaga... copio y pego, copio y pego. Pero para qué voy a hacer yo una versión cutre si hay gente tan lista y que se explica tan bien como Walter Riso:

Equivocadamente, entendemos el desapego como dureza de corazón, indiferencia o insensibilidad, y eso no es así. El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no adicción. La persona no apegada (emancipada) es capaz de controlar sus temores al abandono, no considera que deba destruir la propia identidad en nombre del amor, pero tampoco promociona el egoísmo y la deshonestidad. Desapegarse no es salir corriendo a buscar un sustituto afectivo, volverse un ser carente de toda ética o instigar la promiscuidad. La palabra libertad nos asusta y por eso la censuramos.

Declararse afectivamente libre es promover el afecto sin opresión, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la ternura (...) No podemos vivir sin afecto pero sí podemos amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él.
Ahí queda eso. Que parece fácil y no lo es, verdad? Bueno, empecemos por hacernos conscientes y estar alerta. Después.... haremos lo que podamos.