lunes, 8 de noviembre de 2010

Mi cruz

La cara es ser comprensivo, tolerante, empático, abierto de mente. La cruz es la indefinición, el sí a todo, la falta de opinión propia, el vacío interior. Esa es mi cruz particular, la que llevo siempre a cuestas, desde hace tanto que normalmente ya no noto su peso... aunque cuando caminando por la calle me miro en el reflejo de un escaparate, veo que mi cuerpo ha cedido un poco y ya estoy algo encorvada. Difícil corregir eso, ni yendo al mejor fisio.
¿Nací así? ¿me educaron así? ¿Seré siempre así? En lugar de respuestas, tengo un montón de palabras en un gran saco. Creo que si supiera ponerlas en orden daría con el quid de la cuestión. Así que aquí las dejo, admito sugerencias:
inseguridad, necesidad de aprobación, miedo a ser manipulado, miedo a tomar partido, adaptabilidad, autoexigencia, pensamiento lógico, empatía, todo está bien, abnegación cristiana, sentimiento de culpa, búsqueda de equidad, vacío interior, miedo al conflicto, miedo a la soledad...
Fíjate qué curioso, cuántos miedos.

lunes, 19 de julio de 2010

FANTASMAS

Un día decidí no verlos, y descubrí que así desaparecían. Fantasmas de mi vida anterior. Gente que era el fondo de foto de unos tiempos que debía dejar atrás. Algunos fueron los protagonistas, otros meros acompañantes, inofensivos y sin culpa. Pero para mí componían un todo, y necesitaba eliminarlos. De forma radical, como a las cucarachas que merodean por casa. Y así fue, pluf, dejaron de estar ahí sin más. A veces intuía su presencia e incluso llegaba a verlos, pero siempre lejanos y borrosos. Me sentí automáticamente más libre, tranquila y también bastante orgullosa de mí misma, por no haberme quedado estancada, por haber sido capaz de soltar el ancla y superar momentos duros, afectos enrarecidos, decepciones y rencores con la cabeza fría y sin demasiados aspavientos.
Pero después de más de cuatro años, cuando ya casi me había olvidado de ellos, están volviendo. Entran de noche en mis hasta ahora plácidos sueños, se cuelan por mis orejas y sacuden mi cabeza. Me revuelven el estómago y desde dentro me miran con sorna. La primera vez me sorprendió, y quise pensar que todo se debía a ese par de cervezas o al cansancio acumulado de la semana. Pero volvieron al día siguiente, y al otro. Y esta noche me temo que regresarán de nuevo.
Ahora pienso que aquel gran salto que di en su momento fue en realidad un tierno engaño infantil. Porque eso es lo que hacen los niños: se tapan los ojos y gritan "no estoy", seguros de que gracias a ese gesto pueden hacerse invisibles, mientras todos seguimos ahí, frente a ellos, viéndoles y aplaudiendo su ingenuidad. Como cuando abren los regalos el día de reyes o colocan su dientecito en la almohada creyendo ciegamente en la visita del ratoncito pérez.
Yo ya no creo en los reyes magos, y sé que tampoco existen los fantasmas. Pero lo juro, por la noche están ahí y mientras me tapo los ojos con las manos también se ríen de mi inocencia, a carcajadas.

viernes, 4 de junio de 2010

ERES TÚ

La mirada, hueca, al horizonte
A ratos
Si me cansaba
Buscaba la curva del monte

Ojos tapados, suaves velos
Es mejor
Sin ver colores
Sólo bultos, manchas... intuir el cielo

Así son las cosas, como deben ser
Tranquila
Puedes soñar, pero poco
¡Me duele si sueño! Lo que quiero es ver

Quien me encerró al fin se echa atrás
No avisa
Me deja en un prado
Desnuda, vacía. Ahora verás.

Me quita los velos, me arroja a la luz
Qué susto
Te veo a ti y me estremezco
Sonríes, me levantas. Sí, eres tú.

martes, 25 de mayo de 2010

TIEMPO, DINERO, SEGURIDAD

Cuando era una adolescente me preguntaban qué quería estudiar, en qué me gustaría trabajar. Yo entonces no lo tenía muy claro; había muchas cosas que no sabía si me gustaban en realidad, pero me sonaban bien. Psicóloga, periodista, juez... En realidad no sabía nada. No sabía nada de la vida real. En mi burbuja de colegio todo parecía posible, todo estaba por descubrir, todo lo que estaba fuera era enormemente atractivo.
Quizá si me hubieran planteado la pregunta de otra manera hubiera tenido más respuestas. Algo así como "Qué buscas", o "qué esperas encontrar". Probablemente hubiera contestado que quería trabajar en algo creativo, útil, enriquecedor, divertido, cambiante, algo en lo que yo pudiera aportar y aprender. Quería salir al mundo.
Ya salí. Y si hoy me preguntaran de nuevo, contestaría sin dudar: quiero un trabajo que me permita tener el máximo tiempo libre para mí, que me dé el suficiente dinero para vivir con tranquilidad, que me dé la seguridad de que no me va a faltar un sueldo todos los meses.
No me apena ni me avergüenza admitirlo. Pero casi seguro, aquella niña que yo fui sacudiría su cabeza con incredulidad, y sentiría un poquito de lástima por mí. Quizá es que sus sueños ya no son mis sueños.

jueves, 6 de mayo de 2010

AMOR Y APEGO


Estoy tan vaga... copio y pego, copio y pego. Pero para qué voy a hacer yo una versión cutre si hay gente tan lista y que se explica tan bien como Walter Riso:

Equivocadamente, entendemos el desapego como dureza de corazón, indiferencia o insensibilidad, y eso no es así. El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no adicción. La persona no apegada (emancipada) es capaz de controlar sus temores al abandono, no considera que deba destruir la propia identidad en nombre del amor, pero tampoco promociona el egoísmo y la deshonestidad. Desapegarse no es salir corriendo a buscar un sustituto afectivo, volverse un ser carente de toda ética o instigar la promiscuidad. La palabra libertad nos asusta y por eso la censuramos.

Declararse afectivamente libre es promover el afecto sin opresión, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la ternura (...) No podemos vivir sin afecto pero sí podemos amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él.
Ahí queda eso. Que parece fácil y no lo es, verdad? Bueno, empecemos por hacernos conscientes y estar alerta. Después.... haremos lo que podamos.


jueves, 29 de abril de 2010

Otra vez Benedetti

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana


no te salves ahora
ni nunca


no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios


no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo


pero si
pese a todo
no puedes evitarlo

y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios


y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo


y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas


entonces


no te quedes conmigo
Mario Benedetti












lunes, 19 de abril de 2010

EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS


Ultimamente me siento un poco Alicia, estoy como alucinada, maravillada con la vida. Así que con permiso de todos, y sobre todo con el mío propio, voy a aprovechar para volver la mirada hacia mí misma, y me voy a dedicar a intentar hacerme feliz. Sí, a mí. Me da un poco de apuro, y voy a tener que dar bastantes vueltas a la cabeza, y rebuscar, porque los sueños que tuve los dejé en el trastero, en alguna caja de cartón cerrada con cinta adhesiva. Probablemente estén carcomidos y llenos de polvo, y además no consigo recordar muy bien cómo eran. Son mis ilusiones de entonces, y pensándolo bien, no creo que me sirvan ya. Será mejor olvidarme de ellas y soñar unas nuevas.

Se me va a hacer duro, lo sé. Porque llevo casi una vida queriendo contentar, currándomelo para ser (y que me lo digan) buena hija, buena alumna, buena esposa, buena madre, buena amiga. Mirar para dentro es como asomarse al abismo. No he cultivado la sanísima costumbre de pensar qué es lo que yo quiero. En exceso, como decía alguien, hasta el calorcito del sol quema. Es bueno ser comprensivo, es bueno querer agradar y que te quieran. Pero cuidado al mezclar los ingredientes. Si nos pasamos con alguno, y añadimos unas gotitas de abnegación cristiana, se forma un cóctel destructivo con un efecto devastador: dejarte vacía por dentro.

Y en ello ando. Siento a veces un vértigo que asusta tanto como estimula, otras me invade la tristeza por tantos años de olvido de mí misma. Hay momentos, los más duros, en que no sé quién soy. Pero cada vez me voy reconociendo más, a fuerza de mirarme y mirarme. Y empiezo a saber qué es lo que quiero, porque tengo tanta suerte que la vida me lo está poniendo delante, justo ahora que soy capaz de verlo. Es el país de las maravillas. A veces me parece que no tengo derecho a encontrarme tan bien. A veces me resulta increíble sentirme así de libre.

Sólo espero tener el tiempo suficiente para seguir indagando, descubriendo y viviendo. Y no darme cuenta de repente de que todo ha sido sólo un sueño.

miércoles, 14 de abril de 2010

AMISTAD



En wikipedia , para definir "amistad", dicen que sus componentes básicos son la confianza y la sinceridad, la comprensión y la empatía, la fidelidad, el respeto y la reciprocidad. Yo añadiría el apoyo. Vamos, lo típico, bla bla bla.


Pero, ostras, si nos detenemos en el significado de cada una de esas palabras... qué grandes son. Qué grandes nos quedan a veces. Voy a hacer la prueba. Voy a filtrar a todas mis amistades con esos criterios.
¿Quién aprueba el examen? Y yo, ¿qué tal pasaré por el tamiz? Glups, qué agujeritos tan pequeños...

martes, 13 de abril de 2010

TACTO

De los cinco sentidos, creo que es el que más me gusta. Me hace sentirme viva. Lavarme la cara con agua helada, coger un puñado de tierra y soltarla poco a poco, comer con las manos, sacar el brazo por la ventana del coche y notar el aire, pasar los dedos por la hierba casi sin rozarla... suavidad, aspereza, calidez, humedad, frío, dureza...
Pero sobre todo, me gusta el tacto de persona a persona. Me gusta achuchar a quien quiero, besar, abrazar, acariciar. El tacto nos conecta con los demás, nos permite expresar nuestros afectos más allá de las palabras, y cada una de esas sensaciones que percibimos al tocar a alguien adquiere un sentido en nuestro interior, pone en marcha el mecanismo acción-reacción, y nos ayuda a estar emocionalmente sanos.
Hay personas, yo las conozco, a las que sus padres nunca besaron de pequeños, hay quienes nunca fueron amantes de su pareja, hay gente que huye del contacto físico porque cree que así está más cerca de Dios... A todos ellos les diría ("con tacto", claro, como siempre digo las cosas) que hagan la prueba por un día, que rompan ese bloqueo, que toquen y se dejen tocar, que besen, que abracen. Que si se sienten algo violentos es normal, que cierren los ojos y se olviden de todo. Que les aseguro que a partir de entonces la vida les parecerá más vida. Palabrita.

lunes, 12 de abril de 2010

27 PALABRICAS



Nada, haciendo publi para la familia... Mi hermanico que ilustra una de las 27 palabras: la Ñ (de maño). Por lo visto habrá vino, comida y hasta gaiteros, así que si os animáis, todos invitados.

miércoles, 7 de abril de 2010

DOLOR-AMOR

Creo que no hay nada que duela más que ver sufrir a nuestros hijos. Suena a muy dicho, pero es cierto. Y no faltan porqués. Porque tienen una enfermedad, porque son demasiado tímidos y les cuesta relacionarse, porque tienen alguna dificultad de aprendizaje, porque son más bajitos, o más delgados, o más gordos, o menos guapos que el resto, porque otros niños más fuertes y más crueles se ríen de ellos... A mí no hay nada en este mundo que me retuerza las tripas de esa forma. Y también suena a muy dicho, pero nos cambiaríamos por ellos. Nos pondríamos en su lugar y sufriríamos gustosamente lo que ellos están pasando para evitar su dolor. Pero no es posible, y sentimos rabia. Por lo injusta que es la vida, o por lo injusta que es la gente. Son sentimientos primarios, intensos. Y lo son porque nacen del más puro, el más fuerte, el más real, el único eterno. El amor, o AMOR con mayúsculas.
Y última frase manida: daríamos la vida por ellos. La daríamos, sin pensarlo ni una décima de segundo. Es que es el dolor más grande, el amor más grande.

miércoles, 31 de marzo de 2010

SILENCIOS

Desde siempre me gustan los silencios. Pero no todos. Me da paz el de la soledad buscada, campo abierto y brisa, hierba verde y sol. O el de sofá, mantita y libro. Me gusta estar en silencio cuando viajo con mi mente hacia lugares y situaciones con las que suelo soñar.
Y luego está mi favorito. El que está lleno de palabras no dichas, el que juega con una caricia y una mirada sonriente y directa. El que te sacude por dentro, te asusta y te hace feliz a partes iguales.
Reconozco que me incomoda el de no saber qué decir ante un recién conocido. Y me angustia el que percibo contenido para evitar el conflicto. Durante un tiempo demasiado largo viví una gran cantidad de silencios tristes, vacíos, los que nacen de la ausencia. Una ausencia dura porque la otra persona está ahí, a medio metro, pero ni siquiera te ve. Y evidentemente ya no tiene nada que decirte.
Éste no, nunca. No quiero volver a vivirlo. Cruzo los dedos.

lunes, 29 de marzo de 2010

TODO CAMBIA




Como cantaba Mercedes Sosa. Hace unos días me emocionaba darme cuenta de que un árbol algo raquítico que tengo delante de la oficina se estaba empezando a llenar de florecitas blanquecinas. Ahora acabo de ver que ya no están, no queda ni una. Pero no puedo entristecerme, porque han dado paso a un montón de hojitas de color granate oscuro. Es el mismo árbol, el seco y frágil de hace unos meses y el florido de hace unas semanas. Ahora parece más grande, transmite fuerza, y su color intenso hace que se me vaya la vista hacia él. ¿También dará frutos? Tengo que mirarlo en google.

martes, 23 de marzo de 2010

PALABRAS

A veces me faltan las palabras. Cuando más necesito hablar, cuando tengo más que decir. Seguro que los de la RAE las tienen todas, pero yo no las encuentro. Necesitaría que algún académico se metiera dentro de mí (uy), desenredase ese montón de sentimientos-miedos-esperanzas que se agolpan sin control en tan poco espacio y se andan dando codazos y estirones de pelo para hacerse sitio, pusiese un poco de orden (¡firmes!) y les fuese colgando su propio nombre. Y los pusiera en fila según... su intensidad, su novedad, su sensatez? Así me resultaría mucho más fácil. Porque quiero expresar justamente eso y no algo parecido. Porque quiero, con palabras, decir lo que ya digo con gestos, sonrisas, miradas y silencios. Al final, como siempre, abriré la boca y saldrá cualquier tontería. Y qué rabia me dará.

jueves, 18 de marzo de 2010

¿Ya es primavera?


Seguro que no es un cerezo, deduzco con mi agudeza habitual, porque nunca ha tenido cerezas, pero sus flores son parecidas. Pequeñitas, de color blanco rosado. Llevo meses viendo esas ramas finas, secas y dañadas (como describen los fabricantes de champú el pelo de algunos) por la ventana, sin hojas y sin nada, movidas por el viento. Han sido el fondo de foto de este invierno mío, de muchos ratos de frío vividos con algo parecido a una mezcla de agobio, tristeza y aburrimiento. Desde hace un par de semanas, a la vez que empezó a salir el sol, han ido apareciendo esas florecitas, no muchas, una aquí y otra allá. Las ramas siguen siendo finas, pero ya no parecen secas ni dañadas. Y esa pincelada rosácea en mi paisaje diario se mezcla con el resto de mis colores. Aunque no es un tono dominante lo impregna todo, y yo me siento mucho más multicolor que antes de que empezara a salir de nuevo el sol.

jueves, 11 de marzo de 2010

ES TAN POCO

Esta mañana antes del cole mis hijas se han dedicado a sacar los álbumes de fotos de la librería. Sin tiempo ni fuerzas para obligarles a recoger, lo hemos dejado todo por el suelo. Al volver de trabajar he empezado a colocar cada cosa en su sitio. Además de los álbumes habían sacado un librito de Benedetti, qué cultas mis niñas, y lo habían dejado abierto justamente por esta página

ES TAN POCO
Lo que conoces
es tan poco
lo que conoces de mí
lo que conoces
son mis nubes
son mis silencios
son mis gestos
lo que conoces
es la tristeza
de mi casa vista desde afuera
son los postigos de mi tristeza
el llamador de mi tristeza
Pero no sabes nada
a lo sumo
piensas a veces
que es tan poco
lo que conozco de ti
o sea tus nubes
o tus silencios
o tus gestos
lo que conozco es la tristeza
de tu casa vista desde afuera
son los postigos de tu tristeza
el llamador de tu tristeza.
Pero no llamas.
Pero no llamo.

miércoles, 10 de marzo de 2010

EN TU HONOR

Quiero que de nuevo seas el protagonista de una de mis historias, pero hoy de otra forma. Porque a pesar de todo, te mereces también un pequeño y último homenaje, y confío en que quizá si soy capaz de hacerlo, llegue a la curación definitiva.
Fue necesario tirarte a patadas del pedestal para poder sobrevivir, y alimentar un pelín el rencor para hacerme fuerte. Los primeros días, meses, recordar todas las cosas malas, todo lo que fallaba, todo lo que te pedí pero no me diste, todo lo que me diste sin yo quererlo, todo lo que me hacía daño.
Después llegó la indiferencia absoluta teñida de cierto desprecio. El sentimiento de liberación. Por supuesto, el cara a cara cordial, civilizado, como debe ser.
Hoy nos hemos visto y hemos conseguido algo mágico, reírnos juntos.
Te diré aquí (aunque nunca lo leerás) que era bonito reírse juntos. Era algo que también hacíamos, aunque haya querido olvidarlo.
Y bueno, ya está. No es gran cosa pero como homenaje para ti no creo que se me pueda pedir más. Lo que cuenta es la intención. ¿Curada?

jueves, 4 de marzo de 2010

MIRA, GUAPITO....

Ahora mismo, hace dos minutos, casi tengo un accidente en la autovía. Venía yo tranquilamente con mi coche, que por cierto me lleva y me trae a todas partes como un campeón. Tiene los típicos achaques, algún ruidillo que pone nervioso a los tiquismiquis, un poco de humo de más por el tubo de escape, varios roces por fuera, una mancha de actimel en el asiento de atrás que no sale... nada importante. Ya tiene el pobre edad para prejubilarse, pero bueno, teniendo en cuenta los nuevos planes del gobierno y mi liquidez actual, va a tener que aguantar unos cuantos añitos más.
Pues eso, que venía yo disfrutando del calorcito que da el sol esta tarde a través las ventanas, escuchando y cantando a Battiato, pensando qué bien que mañana es fiesta. He mirado por el retrovisor, nada. He puesto el intermitente, he adelantado a una furgonetilla y me he quedado en ese carril. A los dos segundos he vuelto a mirar por el retrovisor y no sé de dónde ha salido, pero una especie de tanque negro brillante, marca BMW, se ha plantado a medio metro de mi culo (bueno del culo de mi utilitario familiar, pobre pero honrao). Yo creo que ni medio metro había. Con el sobresalto casi pego un volantazo, pero he aguantado unos segundos y en cuanto he podido me he cambiado de carril. Ha pasado como un rayo pero he podido ver su cara, una sonrisa guasona y expresión de "quita de enmedio, abuela". Es una recta larga, y ha repetido la operación un par de veces por delante. Por cierto yo iba a más de la velocidad permitida, a 125 en un tramo de máximo 100.
Dicen que dentro de los coches nos sentimos protegidos y por eso nos volvemos agresivos con los otros conductores. Supongo que este pollo disfruta con la sensación de que los demás se aparten a su paso. No voy a entrar en disquisiciones de psicólogo, aunque sería bueno saber por qué necesita asustar, "ser" el más grande y el más rápido para sentirse alguien. Es su problema. Lo que no quiero es jugarme la vida por los íntimos complejos de nadie.
Así que me hubiera gustado tener unas palabras en persona con él. Sin carrocería que nos protegiera a ninguno de los dos. Quitarle sus gafas de sol y decirle cuatro cositas. Nariz a nariz, seguro que me lo como con patatas.

martes, 2 de marzo de 2010

APENDICITIS

Me hubiera gustado que me operaran de apendicitis. Eso de saber que tengo una bolsita en mi interior donde se guardan todas mis inmundicias y que cualquier día puede reventar, y reventarme a mí por dentro, a veces me angustia. Una noche de esas de no poder dormir, cuando te vienen los fantasmas a la cabeza y se te ocurren las historias más surrealistas, pensaba que ese saquito de pellejo guarda amontonadas todas nuestras miserias. Y gracias a eso no se extienden por nuestro organismo, no nos enturbian la mirada y los demás, cuando están ante nosotros, siguen viendo a una buena persona.
Porque todos tenemos nuestras pequeñas porquerías que ocultar. Sufrir y hacer sufrir. La primera parte la asumimos bien, la vida es dura, hay gente que nos va a hacer daño, así que nos protegemos, y nos quejamos cuando no podemos evitar el ataque. A todos nos gusta ser un poco víctimas de vez en cuando, lo suficiente para recibir un abrazo y que nos recuerden lo mucho que valemos, y que no debemos dejarnos pisar nunca más.
Más difícil es aceptar que nosotros mismos podemos causar la herida. No de forma intencionada, pero sí consciente. Somos especialistas en encontrar mil justificaciones, pero mirar para otro lado no hace que la verdad desaparezca. No es nada agradable darse cuenta de esto. Yo estoy decidida a aceptar esa parte de mí que no me gusta, acabar con el personaje angelical y quedarme delante de la persona mediocre. Y preguntarle-preguntarme a la cara "¿por qué haces esto?". Es la única forma de tener argumentos para rebatir su-mi respuesta. Y así evitar que mi bolsita de mezquindades reviente y me tengan que operar de urgencia. Más que nada porque tengo pánico a los quirófanos.

miércoles, 24 de febrero de 2010

EL JARDÍN

Érase una vez una princesa que vivía muy feliz en un reino muy pequeño. Un día decidió arreglar su jardín, por puro capricho. De esta forma el castillo seguro que se vería precioso, y ella disfrutaría más sus largos paseos vespertinos rodeada de una bonita vegetación. Ahora sólo había un gran prado algo árido con cuatro hierbajos.
Como no entendía nada de plantas (sólo una vez tuvo un ficus en su cuarto, y no debió de regarlo bien porque después de tenerlo durante años se le secó de un día para otro) y no sabía por dónde empezar, consultó a los ancianos de la corte: "princesa, elegid plantas fuertes, que aguanten bien las inclemencias del tiempo y los cambios de temperatura. Y árboles que den buena sombra y vivan muchos años, que necesiten pocos cuidados y no os den preocupaciones".
Le preguntó también a su joven doncella, a la que confiaba todos sus secretos, y rápidamente contestó: "¡Un laberinto!, hagamos un laberinto, podremos correr y jugar a escondernos. Será muy emocionante".
Ambos le parecieron buenos consejos, aunque los árboles grandotes le parecían un poco aburridos y el laberinto le daba un pelín de miedo, se sentía un poco mayor para andar correteando sin rumbo. Se quedó indecisa, no había sitio para las dos cosas. Mientras meditaba sobre esto en las escaleras del castillo, notó que alguien se sentaba a su lado. Cuando se giró ya no había nadie. En el peldaño había una flor silvestre. Buscó con la mirada a quien la había dejado pero ya estaba sola. Miró la flor y sonrió, le pareció preciosa, tenía unos colores tan intensos, estaba tan viva... aunque sabía que probablemente en poco tiempo se marchitaría, y de poco valdrían sus cuidados. Un día, dos...
En ese momento decidió cómo iba a ser su jardín.

http://www.youtube.com/watch?v=GJUOcrQ9_RM

EL TONTO DE LA CLASE

En mi clase, en la carrera, no había uno sino varios. No estudiaban, no prestaban atención al profesor (poco tiempo pasaban en el aula, por otro lado), y no tenían ni idea cuando se les preguntaba. Contestaban con simples evasivas y luego se intercambiaban risitas. Paseaban muy señoritos, con la barbilla bien alta, por los pasillos de la facultad, y se integraban en alguna asociación de estudiantes, casualmente en las que, se decía, tenían más mano con el claustro. Hasta donde yo sé, aprobaban el 99% de los exámenes a base cambiazos y chuletas de todo tipo. Recuerdo uno, de los más duros de la carrera, de esos a los que te dejan llevar los libros y duran la mañana entera. Uno de los "tontos" se sentó a mi derecha. En un momento dado estiró la mano y cogió mi examen. Copió tranquilamente durante el tiempo que consideró oportuno, y después me lo devolvió. Sin mirarme. En esos cinco minutos, con mi boli y sin un papel en mi mesa, con los vigilantes pasando cerquita, casi me dan cinco infartos, a uno por minuto. Él iba tan sobrado que jamás se disculpó, y yo era tan poco asertiva (como diría mi psicólogo) que nunca le reclamé. Había algo en ellos, un sutil desprecio hacia los demás, cierta altanería, una evidente carencia de escrúpulos, que a mí me inquietaba y me hacía distanciarme. Por aquel entonces, yo pensaba "menudo futuro tienen éstos. Carne de cañón".
Ay, alma de cántaro. Como en tantas otras cosas de esa época, de cuando creía en la justicia divina... meeeec!! error. Fíjate que después de muchos años he vuelto a saber de un par de ellos. De uno me han comentado que ahora es Director de una oficina bancaria, pero de un banco de los buenos. Al otro me lo encontré de frente por la calle: abogado de éxito, con su maletín de cuero y su abrigo gris marengo, como un pincel. Me pareció increíble, imposible. ¡Pero si eran unos ignorantes y unos trepas!
Aaaaaaah, calla, calla, bien pensado, no, no es tan increíble... es más, cuanto más lo pienso, más me cuadra...si es que ¡¡La tonta de la clase era yo!!
Para no parecer tan maniquea y en honor a la verdad, diré que estos chicos no eran tan tan malos, al menos no se supo que los detuviera la Guardia Civil por ningún delito. Y yo, ojito, no era ninguna santa, también faltaba a clase a veces y hasta una vez me apunté los números de unos artículos de la Constitución en la mano para un examen... lo malo es que se me borraron con el sudor y sólo conseguí dejar un rastro de color azul en el papel... pero bueno, lo que cuenta es la intención.
** Quería ilustrar esta historia con un capítulo de Bob esponja:"Chocolate con nueces", pero (soy tan tonta que) no he sido capaz de encontrarlo

martes, 23 de febrero de 2010

MI FESTÍN

Tengo un amigo muy listo que siempre tiene un refrán popular, o un proverbio chino, o un dicho de su pueblo, o un haiku japonés adecuado para cada conversación. Y si no, una frase de su propia cosecha, que también suele tener su miga.
Un día, no sé cuál era el tema, levantando su dedo me dijo, es que como decía (?) "lo importante no es el festín, sino el apetito". Qué gran verdad.
Aplicación directa: me acabo de comer un bocata de vulgar mortadela y antes del primer bocado se me hacía la boca agua.
Aplicación en plan metáfora: estoy deseando cobrar mi próxima nómina con la ilusión de conseguir unas botas de rebajas que he visto treinta veces y cada vez me parecen más bonitas. Y se me pone una sonrisa en los labios cuando sé que voy a pasar un rato con alguien especial (no necesito que sea modelo, ni premio nobel, ni que esté en la lista de los más poderosos). Y planeo mis próximas vacaciones pensando mil opciones y cierro los ojos y me veo allí. Y me pongo hasta nerviosa de la emoción al darme cuenta de que probablemente dentro de un mes podré cambiarme el sofá. ¿De qué color me lo pongo?
Me pregunto si, pongamos, la Tamara Preysler disfrutará tanto con sus cosas. Qué afortunada soy de tener tanto apetito...

domingo, 21 de febrero de 2010

EGOISTA


Creía conocerse bastante bien a sí misma. Había visto a otros llegar a ese punto, pero estaba convencida de que ella nunca sería así. Le parecía bastante triste y también algo egoísta. No era su estilo porque, a pesar de todo, a ella le gustaba entregarse a muerte, no huía de los afectos, no temía al fracaso y no le asustaba compartirlo todo. Es cierto que con los demás su discurso era algo engañoso, más frío, casi frívolo; afirmaba con un deje de escepticismo que tenía previsto vivir su vida sola y que no necesitaba a nadie, que así era feliz. Por dentro sentía que estaba mintiendo un poco, porque a veces soñaba con encontrar un compañero de camino, y confiaba en volver a creer en el amor verdadero.


La gran decepción vino el día en que una vocecita en su interior le dijo: ya no. Fue de repente, como una sacudida, un fogonazo: se encontró a sí misma en ese punto de no retorno al que había visto llegar a tantos otros. Ahora su vida era tan suya que nada importaba más, ya no quería compartirlo todo, ya no estaba dispuesta a renunciar.


No se lo podía creer. En los últimos años había alimentado y cuidado tanto su fuerza interior, en otro tiempo débil y moribunda, que ahora defendía con uñas y dientes su territorio. Había creado un monstruo. Y ella ya no podía hacer nada.


Se sintió dura, fría, seca... más vieja. ¿Ya no había vuelta atrás? Empujó la puerta con todo el peso de su cuerpo, intentando que no se cerrase del todo, y se negó a echar la llave, y decidió creer que si algún día aparecía "él", el de verdad, una fuerza irresistible la arrastraría, y no tendría opción, y la puerta se abriría. Sabía que era tan ridículo como volver a creer en los cuentos de hadas, como volver a creer en su propia inocencia, pero es que le daba pánico perderse en la oscuridad absoluta.

viernes, 19 de febrero de 2010

TRUEQUE

Todo era más duro entonces, aunque quizá también más justo. Posiblemente todos tenían su sitio. Cada uno sabía hacer algo, y la vida era el juego del intercambio. Así es más fácil sentirse útil, asumir que se es una parte necesaria del grupo, así es más fácil no acomodarse, así es más fácil afirmar la propia identidad.
Ahora el que sabe hacer algo tiene que luchar con duros competidores que viven a miles de kilómetros de distancia, y su trabajo pierde valor día a día. Del resto, casi todos vendemos humo, hemos perdido la pista a la utilidad de lo que hacemos, y algunos sólo aspiramos a encajar como engranajes en la rueda, algo asqueados pero a la vez cruzando los dedos para que no chirríe y nos saquen de ahí. ¿A dónde iríamos? No sabemos hacer nada, sólo vender humo.
Qué miedo da ver tambalearse nuestro castillo de naipes.

miércoles, 17 de febrero de 2010

ESTRELLA DE MAR

Esta tarde querría ser una estrella de mar. Ligera y esponjosa, bailaría suave y alegremente siguiendo el ritmo de las corrientes oceánicas, y deleitaría mi vista (¿las estrellas de mar tienen ojos?) con el paisaje submarino.

Y como Patricio, no pensaría en nada. Quizá en cazar medusas. Porque a veces la felicidad de uno es directamente proporcional a su ignorancia.

domingo, 14 de febrero de 2010

RODEADAS

Pobres infelices, no nos enteramos y están por todas partes. Bueno, algunas (como yo, que siempre he tenido ese punto visionario) hace tiempo que andábamos mosqueadas con el tema. Empezamos a atar cabos, y todo cuadra: estamos rodeadas de agentes de espionaje-contraespionaje súper secreto. No está muy claro si se trata de la CIA o el KGB (hay una que apuesta por el Mossad), pero lo que es seguro es que se está cociendo algo al más alto nivel. La pena es que es imposible encontrar pruebas, ya se sabe cómo son los espías para eso. Sólo tenemos indicios.
¿Por qué si no un simple contable, o un maestro, o un funcionario de categoría media andan siempre enfrascados en sus trabajos como si les fuera la vida en ello? ¿Cómo es que la mayoría de las veces en que hay una reunión del colegio de los niños ellos tienen asuntos importantes que resolver en su empresa/colegio/oficina? ¿Pero qué asuntos por dios? ¿Cómo es que están tan a menudo cabizbajos, preocupados, incluso angustiados, y al preguntarles la respuesta es invariablemente la misma, tan misteriosa: "problemas en la empresa/colegio/oficina"? Claro, claro. Pues a mí ya no me la pegáis. Que yo también tengo un trabajo. Estáis metidos en algo muy gordo.
Mis compañeras y yo hemos decidido crear un grupo para defender nuestros intereses -P.A.C.I.E.N.C.I.A: Perjudicadas por los Agentes de Contraespionaje de Incógnito Enfrascados en la Nada y Con Inquietudes Absurdas- y seguir investigando hasta que consigamos demostrar que se trata de una conspiración a gran escala. Ahora andamos con la cuestión de género, a ver si damos con el chiste de por qué en nuestra lista de sospechosos de espía hasta este momento son todo hombres. ¿Será que las mujeres se despistan más con las tonterías del día a día y no son capaces de entregarse en cuerpo y alma a las misiones secretas?
No sé, pero cuando tiremos de la manta... va a ser un bombazo.

viernes, 12 de febrero de 2010

ENTUSIASMO

Hoy sería feliz pegando sellos en miles de sobres (pero sólo de 9 a 3).

miércoles, 10 de febrero de 2010

TELETRANSPORTE

El ordenador con el programa de contabilidad abierto. Al lado, una pila de facturas y la agenda con la lista de asuntos pendientes de resolver. Algunos vienen de días atrás pero le hastían de tal forma que nunca encuentra el momento. Una jornada más. Por la ventana, viejas naves industriales, una carretera, las ramas de árboles sin hojas moviéndose con el cierzo helador. Pasa un camión. Frío en los pies. Quedan todavía tres horas y veintidós minutos.
Como otras veces, decide marcharse. Ni siquiera necesita cerrar los ojos, sólo mirar fijamente a un punto por la ventana. Esta vez... a una playa lejana y desierta. Con el agua cristalina y tibia. El cielo sin nubes, la temperatura perfecta. Se sienta en la orilla, mueve los dedos de los pies que se van cubriendo de arena mojada cada vez que viene una ola. Allí, en la playa, sí cierra los ojos y disfruta la brisa suave que huele a mar. Se tumba y estira los brazos acariciando la arena, no le importa ensuciarse el pelo. Ahora ella es sólo lo que captan sus sentidos, el tacto de la arena y el agua, el olor del mar, el sonido de las olas...
y el ring del teléfono. Teletransporte instantáneo.

martes, 9 de febrero de 2010

BORRACHA

Mi madre siempre me lo ha dicho "hija mía tú no puedes beber, que no lo toleras". Una de tantas veces en que las madres tienen razón. Conmigo, la ecuación es 1=5. Con la primera copa alcanzo un grado de deshinibición, de soltura, de alegría.... que otros sólo consiguen tras la quinta. Lo malo es que en la misma proporción se multiplican la sensación de sueño, las naúseas, el malestar general, y la resaca del día siguiente. Así que, siguiendo mi sentido común, bebo más bien poco y, como en el resto de cosas, controlo.
Pero en el fondo, me encantaría encontrar un sustituto, natural y sin efectos secundarios, a poder ser algún tipo de fuerza interior, que me aportara los maravillosos beneficios del alcohol. El mayor: perder el miedo a uno mismo, sentirse libre para hacer y decir, creerse absolutamente capaz de superar esos obstáculos que, estando serenos, nos hacen dar un paso atrás y nos impiden perdernos por caminos atrayentes y peligrosos. Seguiré buscando, y probándome. De todas formas, creo que esta es una de esas cosas que se consiguen con la edad, así que estoy de enhorabuena...

domingo, 7 de febrero de 2010

TELÉFONO ROTO

Era como jugar al teléfono roto. En el camino pasaron tantas cosas.... ella tuvo una bonita idea, pero pasó primero por el filtro de su corazón, después se mezcló con sus miedos, sus prejuicios, sus inseguridades. Cuando llegó a su boca salieron otras palabras, no exactamente las que había pensado y sentido, ni siquiera las que ya estaban censuradas por sus propias limitaciones, porque además las había transformado casi sin querer, creyendo intuir lo que él pensaría cuando las escuchara. Además lo dijo tan bajito que él entendió otra cosa.
Algo receloso, él la miró a los ojos y le pareció leer en ellos algo más, pero sus propios miedos enturbiaron el mensaje. Su respuesta, antes de que ella pudiera oirla, también recorrió un largo trecho.
Al final, el desencuentro.

viernes, 5 de febrero de 2010

LA IMPOSTORA (plagio)

Cuando yo era una inocente polluela no veía más allá de mis narices. Bueno, en realidad veía por los ojos de otro. Fue mi guía durante mucho tiempo. Un gallo guapo, elegante. Miraba muy serio y levantaba mucho sus patas al andar. No había mucho quiquiriquí la verdad. Pero cuánta sabiduría intuía yo detrás de sus silencios! Me metí en camisa de once varas debajo de sus alas grandes, nada malo podía pasarme. En realidad yo me sentía más bien poca cosa a su lado pero muy afortunada por haber sido la elegida.
Resulta que un día se le cayeron los hábitos de gallo-gurú, y con pocas palabras como era su costumbre, me hizo saber que tras mucho meditar había decubierto que su camino era otro, que no podía seguir llevándome de la patita. Ya no era yo la elegida. Y nada podía cambiar eso. Me quedé con el pico tan abierto que casi se me descoyunta, hasta se me cayeron las plumas del susto. Y con mis huevitos a medio incubar!!! Ay, me muero.
NO; no me muero.
Ahora soy una gallina muy coqueta, con plumas de colores, me he recuperado divinamente. Tengo un corralito pequeño pero muy mono, con todo en orden. Mis pollitos están felices. Y yo cloc, cloc, cloc, con la cabeza bien alta, VIVO. Ya no me siento poca cosa y disfruto de todos mis quehaceres de gallina (bueno... a veces se me pone el hígado como para hacer paté cuando pienso en alguna pava impostora. Pero ni siquiera merece una entrada de blog).

jueves, 4 de febrero de 2010

LO QUE DE VERDAD IMPORTA

Me hace gracia que alguien intente impresionarme. Quizá todos lo pretendemos a veces, pero me sorprende la idea que cada uno tiene de lo que impresiona a los demás. Como el que se presenta diciendo "soy el doctor fulanito", convencido seguramente de que eso le sitúa en un cierto estatus, y le hace parecer más listo o mejor persona. O el que aparca el cochazo en tus narices haciendo run ruuuun pensando que cualquiera querría tener un coche así. O el que te cuenta tooodos los libros raros que se ha leído para que veas lo listo y profundo que es. No me impresionan los títulos universitarios,ni los nobiliarios, ni los bancarios. No creo que nadie pudiera conquistarme a base de regalos caros ni comidas en los mejores restaurantes. Incluso la cultura, en sí misma, no es nada. He conocido personas con un gran carisma, que han recorrido el mundo entero, o que tienen el don de la convicción y la palabra... absolutamente mediocres en las pequeñas cosas.
Eso es lo que me impresiona, la gente que es grande en las pequeñas cosas. El amigo que intuye que tiene que estar y está. El profesional que no renuncia a sus principios. La pareja que se respeta, que lucha aun cuando les flaquean las fuerzas. A mí esa gente me impresiona. Y tengo la suerte de conocer a más de uno. Tienen la desventaja de ir a contracorriente; esas actitudes ya no se llevan, no encajan en el ambiente. Hasta sus nombres están anticuados (honestidad, integridad, compañerismo, sinceridad, compromiso) pero a ellos les da igual, porque no les mueve la necesidad de reconocimiento. Nadie les va a premiar. Yo les admiro, me impresionan sin buscarlo, y espero que la vida les devuelva al menos una mínima parte de lo que dan.

50 PALABRAS

Alguien me dijo que es un estupendo ejercicio. Intentar resumir nuestra propia vida en cincuenta palabras. Yo creo que hay que hacerlo sin pensar mucho, a ver qué sale. Al intentarlo puede que nos falten, o nos sobren palabras. Hay que hacer el esfuerzo de conseguir que sean exactamente 50. Si nos salen menos tenemos que rebuscar más en nuestro interior, y si nos sobran eliminaremos algunas según su importancia. No sé muy bien cuál es el objetivo final, supongo que conocerse mejor a uno mismo. A mí, haciéndolo así de corrido, y en plan cronológico, empezando por mi infancia y hasta hoy, me han salido sólo 36 palabras. Casualmente es mi edad. Algo significará eso. Revisando el listado me he dado cuenta de que había muy pocas cosas negativas, que las últimas de la lista eran las mejores, y que además queda abierto, sin terminar. Igual es ese el objetivo, enviarnos a nosotros un mensaje positivo, queda mucha vida por delante y lo mejor está por venir. A lo mejor por eso me siento ahora más contenta que ayer y con ganas de tirar para alante.
O a lo mejor será porque hoy he ido a la pelu... vete a saber.

miércoles, 3 de febrero de 2010

AIRE

A veces desaparecemos de nosotros mismos. Puede que sólo durante un rato, pero es la única salida. Nuestros propios músculos ya no se acoplan bien con tendones y huesos. La sangre pierde el norte y un torrente sin rumbo va y viene dentro de nuestro cuerpo, los órganos de repente se descolocan, el corazón se baja al estómago, los pulmones se pliegan sobre sí mismos y ya no hacen fuelle. No llega el aire limpio, ni la sangre se purifica. No hay motivos aparentes, y por eso no podemos confesárselo a nadie, pero el bloqueo y el ahogo son físicos, son reales. Más bien hay cientos de pequeñas causas acumuladas en el frágil vasito que somos. Esos días la única posibilidad es convertirse en aire, poner una expresión correcta en la cara y dejar que pase el tiempo para que pase también esa pequeña muerte y poder meternos de nuevo en nuestro cuerpo, adaptarnos otra vez a él como los dedos a un guante. Y volver a la vida. Con suerte nadie se dará cuenta.

martes, 2 de febrero de 2010

DESTINO Y RESPONSABILIDAD

Me da a mí que si supiera cuál es el porcentaje de participación exacto de cada uno de ellos, mi vida se correspondería mucho más con mis sueños.
A veces pienso que todo es fruto del destino, que las cosas pasan, las oportunidades se te ponen delante justo cuando estás preparado para aprovecharlas, y los fracasos tenían que ocurrir para dar paso a una época mejor. Me gusta creer en esto porque me da paz, no hay nada que yo pueda hacer, y además el tiempo pondrá todo en su sitio. Sólo tengo que montarme en la canoa y dejarme llevar por la corriente. Al final todo cuadrará y la línea de mi vida se cerrará creando un círculo, o un cuadrado, o cualquier forma irregular. Pero en cualquier caso será una línea cerrada que albergará en su interior todas las personas, situaciones y vivencias que han formado parte de mi existencia. Cada una bien encajada, ubicada en su sitio. Y entonces todo tendrá sentido.
Otros días, como hoy, siento que no estoy haciendo nada por adueñarme de mi futuro. Que estoy donde estoy por todas las pequeñas decisiones que he tomado a lo largo de los años. Algunas han traído consecuencias maravillosas. Pero otras me han llevado por largos pasillos a estancias tristes y vacías donde paso horas sin nada que me estimule, sin ver la puerta de salida. Me gustaría poder retroceder y cambiar aquel momento, aquella vez en que me movió el entusiasmo y la inocencia. O aquella otra en que opté por lo más cómodo, lo que todos esperaban de mí. Me siento estúpida y cobarde. Estúpida por no haber calibrado las consecuencias de mis actos a tiempo. Cobarde por no ser capaz siquiera ahora de decidir qué es lo que realmente quiero, dar un puñetazo en la mesa, y luchar por ello.
Y aquí me quedo, estúpida y cobarde, y cansada, esperando que el río crezca y me arrastre a algún lugar que ahora mismo no sé cuál es ni dónde está. Quizá al llegar lo reconozca.

jueves, 28 de enero de 2010

LA BARBIE Y CAILLOU

Lo tengo clarísimo. Si tengo que elegir me quedo con la Barbie. Ya, lo sé, lo sé, pero es que al final las cosas no son lo que son, sino lo que nos hacen sentir. La Barbie no me inspira nada en particular, en todo caso la misma indiferencia y desdén que me provocaría cualquier pavisosa de inexpresiva mirada de plástico y sonrisa postiza. En cambio a mis retoños les encaaaanta, ya sea mariposa, princesa de los animales o sirena. Yo pongo mi pequeño granito de arena en pro de la liberación de la mujer y cuando vemos una peli voy haciendo comentarios (aunque no me consta que los escuchen) muy educativos como "menuda panoli", "vaya vestido cursi", o "hijas de verdad, hace falta ser tonta para enamorarse de un príncipe tan creído". Seguro que algo queda.
Lo de Caillou es otra cosa. En realidad se trata de una serie de dibujos muy recomendable para los pequeños, en la que un crío de cabeza redonda hecha con compás y sin un solo pelo vive las típicas situaciones del día a día (Caillou va a la playa, Caillou va al parque, Caillou se disfraza) y transmite a los niños valores como el respeto, el cariño a la familia, el cuidado del medio ambiente, la importancia de compartir... Qué mono.
Vive en una casita de colores con jardín, donde sus papás hacen un huerto, y todos sin excepción se quieren, son felices y encantadores. Los papás, los abuelitos, el vecino, la profesora, los amiguitos... Los conflictos del día a día los resuelven con cariño y comprensión. Hoy lo estábamos viendo durante el desayuno. Caillou había cogido piedras en un río y quería guardarlas dentro de su cama. Su mamá, tranquila, con su voz suave y dulce le dice, mejor buscamos otro sitio más apropiado, no te parece, Caillou? Él levanta su cabezón, la mira sonriente y contesta, qué buena idea, mami!
Cinco minutos después, otra situación, ésta real y tan habitual que a veces me parece que estoy atrapada en un bucle sin fin, como en el día de la marmota que diría mi amiga: yo gritando por quinta vez sin que nadie se inmute "¡¡¡Pero podéis hacer el favor de poneros los abrigos YA, que llegamos tarde??!!!" Al final, como tantas otras veces, se los he puesto yo de malas maneras, una ha empezado a lloriquear, claro, tanta brusquedad; la otra se ha parapetado con un "este abrigo es horrible y no lo quiero"... Hemos salido a trompicones de casa y corriendo al cole. Unas cinco o seis veces por el camino he tenido que repetir (con menos volumen, que estamos en la calle) "pero vengaaaaaa, ¡más rápido!" y hemos llegado sin aliento justo cuando sonaba la campana. Después, mientras iba a trabajar, me he acordado de Caillou, de su mamá, y de toda su adorable familia.
Caillou, a diferencia de la Barbie, sí me inspira cosas. Pero casi mejor me las guardo para mí.

miércoles, 27 de enero de 2010

CORRER (RIESGOS)

Aquel caballero era un buen luchador, se entregaba en cuerpo y alma al combate, incluso tenía fama de ser algo temerario. Lo cierto es que no pensaba mucho en los riesgos, hasta aquella batalla. Fue diferente desde el principio, porque estaba absolutamente seguro de que la ganaría y viviría con gloria el resto de su vida de caballero. Se lanzó solo, confiando en ese algo que desde su interior le decía: esta es la batalla definitiva. Es tuya. No pensó en protegerse, no dudó ni un momento de sus fuerzas. El resto de caballeros le vitoreaban, sabían que iba a ser el vencedor. Pero cuando todo parecía conseguido, una espada larga y afilada que no vio venir se le clavó al lado del corazón, hasta el fondo. Limpiamente. Silencio.

Pasó días, meses, entre la vida y la muerte. Todo ese tiempo, una idea daba vueltas y vueltas en su cabeza. Hasta que tomó la decisión más importante de su vida. Cuando pudo ponerse en pie, mandó que le fabricaran una especie de buzo a la medida. Desde la cabeza hasta la punta de los pies, ni un centímetro de su cuerpo quedaba a la vista. Era algo incómodo, pero la seguridad con que podía ir por la calle le compensaba. Y poco a poco se fue acostumbrando a llevarlo, hasta que se convirtió en una segunda piel.

Así pasó el tiempo. Y llegaron nuevas guerras. Nuestro caballero salía siempre ileso. Iba despacito por el campo de batalla, dando empujones a los enemigos, que iban cayendo, sorprendidos ante una visión tan extraña, parecía de otro planeta. Pero ni un rasguño. Estaba satisfecho. Hasta que una noche, después de un combate, se quedó al lado de los heridos. Estaban ensangrentados, a veces aullaban de dolor, pero unas doncellas muy dulces les cuidaban. Y una vez curados se iban de fiesta, se abrazaban, reían, incluso fantaseaban con volver a la batalla.

Una oleada de melancolía le recorrió debajo del buzo. Y se dio cuenta. Estaba protegido de las espadas y los puños, pero también de las caricias, ni siquiera la brisa del atardecer podía tocarle. Incluso las voces le llegaban como de lejos. Su cuerpo se había acostumbrado a movimientos lentos y había perdido la agilidad y la fuerza de su juventud. Y estaba solo. En ese momento deseó que alguien le pellizcara y sentir esa punzada de dolor que, al fin y al cabo, te recuerda que estás vivo.
Y así fue que, tras mucho cavilar, el caballero tomó, de nuevo, la decisión más importante de su vida. A partir de entonces fue en pelotas hasta que murió, feliz y contento, muchos años después.... ( tanto darle a la cabeza dentro del buzo...)

martes, 26 de enero de 2010

TIJERAS

Tengo unas tijeras de cocina azules con el filo muy cortante. Da gusto. La verdad es que ahora estoy por enmarcarlas o guardarlas en un cofrecito como los de las cenizas de los difuntos que luciría muy bien en la vitrina de mi salón. Y es que resulta que no sólo son estupendas para cortar la cola de las pescadillas. Con ellas he conseguido romper definitivamente con una parte de mi pasado, rasgar (literal y metafóricamente) ciertas normas morales que me hicieron mucho daño, tijeretear complejos y recuerdos feos, de los que no es necesario guardar.
Unas tijeras, un símbolo, un grito de guerra.
Qué gracia que algo tan pequeño, tan barato, tan prosaico, tan intrascendente, tan poco espiritual, de repente sea para mí el símbolo de una nueva vida. Gracias C.

lunes, 25 de enero de 2010

QUE TE DEN

De la gente a la que hemos querido nos quedan los recuerdos. Pero hay personas que han formado parte de nuestra vida hasta tal punto que no las recordamos sino que las sentimos. Pensar en mi abuela es revivir mi infancia, revivir momentos que se han quedado grabados no sé si en mi cerebro, en mi corazon, en mi piel...


Sensaciones, como el calor y la extrema suavidad de su mano grande de dedos torcidos por la artritis, mientras me frotaba los pies en el sofá. Como sus gritos por el pasillo por no obedecer a la primera (ningún sentimiento de frustración ni de dolor por aquellos gritos; mi hermano y yo los oíamos como cualquier otro sonido de los que te acompañan en casa, como el agua saliendo del grifo o la campana extractora funcionando). Su imagen, sobre todo de los últimos años, toda vestida de negro, sentada al lado de la mesa camilla, mientras miraba por la ventana a la gente pasar y pensaba que ojalá pudiera llevar unos zapatos como los de esa señora que caminaba ahora por la calle. Pero no, sus grandes juanetes sólo le permitían llevar zapatillas de felpa.


Sus listas de la compra, donde el jamón de york provenía de "iort" y los huevos, ante la duda de si se escribía con hache o no, con uve o no, eran un dibujito (de un huevo, claro). No pudo ir casi a la escuela porque de bien pequeña tuvo que ponerse a servir, pero era lista, más lista que el hambre. Y buena, y divertida, y cariñosa, y con una imaginación desbordante. Sus comparaciones siempre eran de colores, expresivas, visuales, exageradas, y nosotros nos reíamos (como esa vez que cogí piojos en el cole y ella gritaba "son como garbanzos!!").


Nadie se iba de casa sin comer un par de galletas cuétara o un café con leche, te agarraba con la mano para que no te fueras, para que te quedaras hablando con ella, y en esos años de adolescencia repelente y egoísta yo me zafaba y me iba, yaya déjame que llego tarde.


De la tele le gustaban las galas donde las cantantes llevaban vestidos largos y vistosos, joyas brillantes y zapatos de tacón. Los presentadores de los telediarios, a los que devolvía el saludo y despedía al terminar como si estuviesen en casa de visita y pudieran verla; la misa de los domingos, y las películas, a las que ella, gracias a su sordera y a su imaginación, cambiaba el argumento. Y cuando terminaban, y salía el consabido "The end" contestaba siempre "que te den". Me daba un beso de los fuertes, de los que suenan, me apretaba el pie y arrastrando los suyos, a pasitos de geisha encorvada, se iba a su cama.
Son sentimientos, no sólo recuerdos, seguro, porque ahora mismo tengo un nudo en la garganta. Y no sé qué daría por estar en este momento sentada con ella al lado de la mesa camilla cogida de su mano.

viernes, 22 de enero de 2010

ETIQUETAS, MATICES, EXPECTATIVAS

Crecí encorsetada en etiquetas sin matices que creaban expectativas razonables. Yo (todos lo decían, en el cole, en casa) era una niña lista y buena. Sin matices. Sin dudas. Eso generaba unas expectativas lógicas: sería juez, o notaria, o directora de una oficina bancaria, pero indudablemente tendría lo que se puede etiquetar como un buen trabajo. Además, al ser buena, la vida me sonreiría, encontraría un buen novio que me querría y crearíamos una familia decente y feliz. Yo asumí con facilidad y con cierta autocomplacencia esas etiquetas y esos planes de futuro. Me gustaba que los demás me viesen así. Que me quisiesen, porque era lista y buena. Y así fue. Hasta un día.

Ese día todo se rompió. Todo desapareció. La persona que yo creía ser también desapareció. Y entonces descubrí que no era tan lista ni probablemente tan buena como creía, pero que era fuerte. Porque conseguí inventarme de nuevo.

Ahora no quiero etiquetas, aunque a veces no puedo evitarlo, son fáciles de poner y me ayudan a creer que estoy siguiendo un camino y no que voy sorteando obstáculos sin rumbo.
He conseguido construir algo. Muy poquito. No quiero ponerle nombre pero es mío. Es mi vida. Es a lo único que pude agarrarme cuando el suelo desapareció bajo mis pies.

Tampoco quiero poner etiquetas a la gente que está a mi lado. Ni a lo que nos une. Amistad, sexo, amor. Seguro que existen muchas más opciones, muchas combinaciones, muchos matices. Yo todavía los desconozco, pero los intuyo. Y me gusta más que me asusta el pensar que el futuro es incierto, que la gente va y viene, que todos podemos aprender de todos, y que podemos hacernos compañía a veces. Sin expectativas.

http://www.youtube.com/watch?v=jka7n5PQmKg