domingo, 21 de febrero de 2010

EGOISTA


Creía conocerse bastante bien a sí misma. Había visto a otros llegar a ese punto, pero estaba convencida de que ella nunca sería así. Le parecía bastante triste y también algo egoísta. No era su estilo porque, a pesar de todo, a ella le gustaba entregarse a muerte, no huía de los afectos, no temía al fracaso y no le asustaba compartirlo todo. Es cierto que con los demás su discurso era algo engañoso, más frío, casi frívolo; afirmaba con un deje de escepticismo que tenía previsto vivir su vida sola y que no necesitaba a nadie, que así era feliz. Por dentro sentía que estaba mintiendo un poco, porque a veces soñaba con encontrar un compañero de camino, y confiaba en volver a creer en el amor verdadero.


La gran decepción vino el día en que una vocecita en su interior le dijo: ya no. Fue de repente, como una sacudida, un fogonazo: se encontró a sí misma en ese punto de no retorno al que había visto llegar a tantos otros. Ahora su vida era tan suya que nada importaba más, ya no quería compartirlo todo, ya no estaba dispuesta a renunciar.


No se lo podía creer. En los últimos años había alimentado y cuidado tanto su fuerza interior, en otro tiempo débil y moribunda, que ahora defendía con uñas y dientes su territorio. Había creado un monstruo. Y ella ya no podía hacer nada.


Se sintió dura, fría, seca... más vieja. ¿Ya no había vuelta atrás? Empujó la puerta con todo el peso de su cuerpo, intentando que no se cerrase del todo, y se negó a echar la llave, y decidió creer que si algún día aparecía "él", el de verdad, una fuerza irresistible la arrastraría, y no tendría opción, y la puerta se abriría. Sabía que era tan ridículo como volver a creer en los cuentos de hadas, como volver a creer en su propia inocencia, pero es que le daba pánico perderse en la oscuridad absoluta.

4 comentarios:

  1. Tú no serás, acaso...un poco yo? ja,ja! no un Pocoyó sino un poco yo.

    ResponderEliminar
  2. Fíjate si soy egoísta que lo primero que he pensado es "qué tía, he hecho llorar a alguien". Pero no, cuando nos echamos a llorar porque vemos, oímos o leemos algo que nos toca, lo de menos es el motivo, puede ser cualquier tontería, lo de más es que somos capaces de conmovernos. Eso es una suerte, a mí hace tiempo que no me pasa.

    Marocha, a lo mejor sí, y a veces también soy un poco Pocoyó jaja.

    ResponderEliminar
  3. Bueno, creo que por lo que cuentas eres un...Muchotú. Es que no lo he podido evitar, es este humor que me pierde.

    ResponderEliminar