miércoles, 24 de febrero de 2010

EL JARDÍN

Érase una vez una princesa que vivía muy feliz en un reino muy pequeño. Un día decidió arreglar su jardín, por puro capricho. De esta forma el castillo seguro que se vería precioso, y ella disfrutaría más sus largos paseos vespertinos rodeada de una bonita vegetación. Ahora sólo había un gran prado algo árido con cuatro hierbajos.
Como no entendía nada de plantas (sólo una vez tuvo un ficus en su cuarto, y no debió de regarlo bien porque después de tenerlo durante años se le secó de un día para otro) y no sabía por dónde empezar, consultó a los ancianos de la corte: "princesa, elegid plantas fuertes, que aguanten bien las inclemencias del tiempo y los cambios de temperatura. Y árboles que den buena sombra y vivan muchos años, que necesiten pocos cuidados y no os den preocupaciones".
Le preguntó también a su joven doncella, a la que confiaba todos sus secretos, y rápidamente contestó: "¡Un laberinto!, hagamos un laberinto, podremos correr y jugar a escondernos. Será muy emocionante".
Ambos le parecieron buenos consejos, aunque los árboles grandotes le parecían un poco aburridos y el laberinto le daba un pelín de miedo, se sentía un poco mayor para andar correteando sin rumbo. Se quedó indecisa, no había sitio para las dos cosas. Mientras meditaba sobre esto en las escaleras del castillo, notó que alguien se sentaba a su lado. Cuando se giró ya no había nadie. En el peldaño había una flor silvestre. Buscó con la mirada a quien la había dejado pero ya estaba sola. Miró la flor y sonrió, le pareció preciosa, tenía unos colores tan intensos, estaba tan viva... aunque sabía que probablemente en poco tiempo se marchitaría, y de poco valdrían sus cuidados. Un día, dos...
En ese momento decidió cómo iba a ser su jardín.

http://www.youtube.com/watch?v=GJUOcrQ9_RM

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