miércoles, 3 de febrero de 2010

AIRE

A veces desaparecemos de nosotros mismos. Puede que sólo durante un rato, pero es la única salida. Nuestros propios músculos ya no se acoplan bien con tendones y huesos. La sangre pierde el norte y un torrente sin rumbo va y viene dentro de nuestro cuerpo, los órganos de repente se descolocan, el corazón se baja al estómago, los pulmones se pliegan sobre sí mismos y ya no hacen fuelle. No llega el aire limpio, ni la sangre se purifica. No hay motivos aparentes, y por eso no podemos confesárselo a nadie, pero el bloqueo y el ahogo son físicos, son reales. Más bien hay cientos de pequeñas causas acumuladas en el frágil vasito que somos. Esos días la única posibilidad es convertirse en aire, poner una expresión correcta en la cara y dejar que pase el tiempo para que pase también esa pequeña muerte y poder meternos de nuevo en nuestro cuerpo, adaptarnos otra vez a él como los dedos a un guante. Y volver a la vida. Con suerte nadie se dará cuenta.

1 comentario:

  1. Felicidades, nunca habría sabido explicar ese estado de ánimo con el que me siento totalmente identificad@

    ResponderEliminar